Estimada Comunidad Educativa:
Junto con saludar, me comunico con ustedes para poder avanzar una semana más reflexionando la vida de una personas y testigo de la congregación de los Sagrados Corazones, Damián de Molokai. La educación es un maravilloso camino, educar en el amor de Dios es la gran meta, a la que estamos llamados por Jesús. Así como Damián, cada uno de nosotros soñó un día con el futuro que deseaba conquistar.
Damián, Joven decidido y con ideales escribiría: <<Espero que a mí también me llegue el turno de escoger mi camino. ¿Sería posible que siguiera a mi hermano Pánfilo?>>
Pese a los intentos del Padre superior y de su hermano Pánfilo por disuadir a Joseph (Damián), de ser sacerdote, debido a su precario bagaje intelectual, el joven decidió emprender un profundo proceso de formación y conversión que culminaría en una vida entregada a servir a los más pobres, desposeídos y rechazados por la sociedad de la época.
Mientras Damián escuchaba una de las conferencias del Maestro de novicios, grabó en el pupitre con la navaja tres palabras.
<<Silencio, recogimiento y oración>>
Años más tarde un periódico local de la época publicaba: << Lo que ahora necesitan los leprosos es un fiel ministro del Evangelio y un médico, que quieran sacrificarse por el bien de esta determinada comunidad>> Hoy vivimos la lepra de muchas maneras, pero << Sólo podremos realmente celebrar a Damián, si nos dejamos interpelar por su vida, llevando a la práctica gestos de verdadero compromiso con los excluidos de hoy, sabiendo que “en cualquier parte hay un Molokai” >>
Esta interpelación la queremos hacer con un extracto de la vida de Damián y con unas preguntas que están al final del video que el Equipo de Pastoral les ha preparado.
Saludos a la distancia a cada uno y una de ustedes, un abrazo fraterno en los Sagrados Corazones de Jesús y de María.