Son cuatro religiosos de los Sagrados Corazones, Ladislas Radigue, Polycarpe Tuffier, Marcellin Rouchouze y Frézal Tardieu, y el sacerdote de San Vicente de Paul, Henri Planchat.
Los cinco fueron asesinados durante la Comuna de París en 1871, un período de conflicto social y político que se extendió por la ciudad de París y que fue marcado por la violencia y la represión.
Los mártires de la Congregación de los Sagrados Corazones fueron ejecutados por un grupo de insurgentes que se opusieron a la presencia de la Iglesia Católica en la ciudad.
Murieron el 26 de mayo durante la masacre de la calle Haxo. Ese día perecieron 50 prisioneros, ejecutados por la Comuna dos días antes de la toma total de París por las tropas versallescas de Adolphe Thiers.
En la acción de gracias, el superior general de la Congregación, nuestro hermano chileno Alberto Toutin, dijo en parte que damos gracias al Señor Jesús, «porque has templado la fe de tus hijos en el servicio cotidiano de tus hermanos. En ellos, Señor Jesús, nos das a probar la alegría extraña y valiente de las bienaventuranzas y la belleza de tu Iglesia que no dejas de construir».
También añadió, «damos gracias a la Iglesia que alimenta a tus hijos con los sacramentos, con la escucha de la Palabra, con la oración de la Liturgia de las Horas. La Iglesia Madre ha velado por sus fieles y sus pastores que han formado y sostenido la fe de nuestros hermanos. Su ofrenda de la vida e incluso su perdón a los que se la quitaban era el cumplimiento de la fe recibida en sus familias, en su diócesis de origen y de sus hermanos de congregación. Entonces como ahora, ¿pueden los hijos de los Sagrados Corazones ser indiferentes a las pruebas de la Iglesia?»
